¿Recuerdan nuestros adolescentes los viajes en familia?

Hace pocos días, la menor de mis hijas me decía: “Tenemos pendiente ir a Londres”. 

Londres es un destino que yo había tachado de mi lista de «Lugares para viajar en familia”  porque fuimos juntos hace unos años. Elegimos Londres para una escapada en la Semana de Reyes. Y la verdad, me extrañó que no se acordara. Busqué fotos para enseñárselo. Recuerdo que fueron 5 días preciosos, nos alojamos súper-céntricos en Oxford Street, disfrutamos mucho la ciudad…  Ella tenía entonces unos  9 o 10 años.

Me corroboró que efectivamente  recuerda que fuimos allí,  pero del viaje y de los sitios de interés, ¡no recuerda nada!. En aquella ocasión, como en otros viajes que hemos ido haciendo, buscamos planes ideales para ellas: pasamos una tarde en la juguetería Hamleys, exploramos  el Museo de  Ciencias Naturales, vimos el Big Ben y las famosas cabinas…¡Hasta nos montamos en un bus rojo de dos pisos!.

Esto me hizo reflexionar sobre los viajes en familia y sobre la idea que a veces tenemos los padres de hacer viajes con los hijos pensando que “formarán parte de sus recuerdos”. 

¿Por qué no recuerdan los viajes los niños cuando son pequeños?

  1. La relevancia del momento único. Según los expertos en psicología, los eventos del día a día y los viajes no siempre tienen la misma relevancia emocional o simbolismo que para los adultos. Un viaje que para ti fue extraordinario, momento especial juntos, para ellos puede no parecer diferente de otras experiencias cotidianas.
  1. La percepción del tiempo también es diferente, y pueden no comprender la singularidad de un evento si carecen de un marco de referencia claro, o cuánto duró un viaje.
  1. Otra razón que puede estar detrás de esa “falta de recuerdo” puede ser  la sobrecarga sensorial. Durante los viajes, los niños están expuestos a una gran cantidad de estímulos nuevos: paisajes, olores, sabores y sonidos. Aunque esto puede ser emocionante, también puede dificultar que se enfoquen en detalles específicos, ya que sus cerebros están ocupados procesando la gran cantidad de información.
  1. Cuando son aún más pequeños, si el viaje se realiza en una edad en la que tienen poco vocabulario o poca habilidad de expresión, puede ser más difícil de recordar. Ten en cuenta que la memoria autobiografía es una memoria relacionada con la historia personal…y puede costar fijar esas ideas si carecen del lenguaje necesario para ello.
  1. Otro motivo que encuentran los expertos que causa esa falta de recuerdos, puede ser la falta de contexto emocional. Quizá un viaje que para ti tiene mucha carga simbólica (en este caso Londres era la ciudad donde yo viví un tiempo de joven y tenía tantas ganas de que ellas  lo conocieran!.)  para ellos, que no están vinculados a esa emociones, pueden implicar que no realizan la conexión emocional profunda necesaria para recordarlo.
  1. Los niños tienen además prioridades diferentes a las de los adultos.  Lo que consideran  importante o memorable puede diferir de lo que un adulto valora en un viaje. Pueden recordar pequeños detalles, como una comida divertida o jugar en una piscina, en lugar de las atracciones turísticas que tú planeaste con tanto esfuerzo.  Algo similar ocurrió en un viaje que hicimos a Venecia. Mientras yo soñaba con mostrarles la Plaza de San Marcos o los canales, ellas recuerdan con más detalle cómo me olvidé un sombrero en un  banco dentro una iglesia y volvimos corriendo entre calles a buscarlo. Desde entonces (y tras algún otro olvido en algún otro viaje😜)  hacen broma sobre mi relación con los sombreros. 
  1. Incluso muchos recuerdos infantiles no son recuerdos directos, sino reconstrucciones basadas en fotos, videos o historias contadas por otros. Si no se refuerzan los recuerdos en familia con estas herramientas tras los viajes, los niños pueden no retener detalles específicos de lo vivido.

¿Quiere esto decir que es mejor no viajar cuando los niños son pequeños?

Cuando mi hija me dijo que no recordaba el viaje, sentí una mezcla de sorpresa y tristeza. Para mí, ese viaje significaba mucho porque Londres era la ciudad donde había vivido de joven. Sin embargo, también entendí que lo importante no era lo que ella recordara, sino lo que vivimos juntos en ese momento.

Aunque los niños pueden no recordar los viajes antes de los 10 años con precisión, las experiencias vividas en esos años aún son valiosas. Pueden influir en su desarrollo emocional, social y cultural, incluso si no las recuerdan en detalle.

¡Eso no significa que el tiempo invertido viajando con ellos sea en balde! Definitivamente tiempo juntos, de calidad, con momentos educativos y de convivencia son experiencias magníficas para su crecimiento. Los viajes en familia  añaden lazos y permiten madurar emocionalmente… pero lamento decir que da lo mismo sea un viaje a un pueblo cercano,  ¡que uno a Nueva York!.

Quizá el enfoque es viajar donde quieras (y puedas), pero pensando en lo que te apetezca a ti. No es necesario ni gastar mucho ni marchar lejos para compartir vivencias juntos. Y todos los viajes suman.

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