Asturias es uno de esos lugares que te atrapan desde el primer momento. Y si viajas en familia, con niños o adolescentes, tiene la combinación perfecta de paisajes, cultura, historia y buena comida. Te propongo una escapada de tres días para disfrutar juntos, sin prisas, descubriendo lo mejor del norte. ¡Vamos allá!
Viernes: Bienvenida a Gijón, relax y paseo con sabor a mar
Comenzamos el viaje con la llegada a Gijón por la mañana. Después del viaje, lo mejor es tomar un primer contacto suave con la ciudad… y no hay mejor forma que relajarse en el centro de talasoterapia Talaso Poniente, justo al lado del puerto deportivo. Es un plan perfecto para familias: tiene piscinas de agua salada, zonas de chorros, jacuzzis, y un ambiente cálido y tranquilo. Los adolescentes lo disfrutan como un spa divertido, y los adultos, como una recarga de pilas tras el viaje.
Después, con energías renovadas, toca instalarse en el hotel y salir a explorar. Nos dirigimos al corazón de la ciudad: Cimavilla, el barrio más antiguo. Las calles empedradas, las fachadas de colores y el ambiente marinero son una mezcla que engancha desde el primer paso. Subimos hasta el Cerro de Santa Catalina, donde se encuentra el Elogio del Horizonte, una escultura enorme de Chillida. Si te colocas justo debajo, el eco y el sonido del mar son hipnóticos. Y las vistas… ¡de postal!
Al caer la tarde, nos animamos con una cena en una sidrería tradicional. Gijón está repleto de ellas, y casi todas tienen menú para compartir, ambiente bullicioso y mesas largas perfectas para ir en familia. Probamos un poco de todo: cachopo, croquetas, tortos de maíz con picadillo, y, cómo no, fabada. Los más jóvenes disfrutaron viendo el ritual de escanciar la sidra, y nosotros, del primer brindis del viaje.
Sábado: Oviedo, historia y montaña con vistas
El sábado nos levantamos temprano para poner rumbo a Oviedo, a solo 30 minutos en coche. Es una ciudad más tranquila y elegante que Gijón, ideal para recorrerla paseando.
Empezamos por su casco antiguo, donde la Catedral de San Salvador nos recibió con su imponente fachada gótica. No solo impresionó a los adultos, los más jóvenes también se quedaron sorprendidos con sus vidrieras y el ambiente medieval. Después paseamos por la Plaza del Fontán y su mercado, perfecto para comprar algún dulce típico o probar un trozo de queso afilado.

Una de las cosas que más divirtió a nuestros hijos fue buscar las estatuas escondidas por la ciudad: desde la de La Regenta, frente a la catedral, hasta Mafalda, sentada tranquilamente en un banco del Parque San Francisco. Allí aprovechamos para descansar, ver ardillas correteando y tomarnos un tentempié en el quiosco.
Por la tarde, subimos al Monte Naranco, una de las joyas del viaje. Allí se encuentran los monumentos prerrománicos de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, Patrimonio de la Humanidad. Además de aprender un poco de historia, el entorno natural es espectacular, y las vistas de Oviedo desde la cima merecen la subida.
De vuelta a Gijón, decidimos darnos un capricho gastronómico. Casa Gerardo, en Prendes, es una parada ideal si quieres una cena diferente. Tiene una estrella Michelin, pero su menú combina tradición y modernidad, y el trato es muy cercano, incluso para familias. Eso sí, es para ir con ganas de probar cosas nuevas y dejarse sorprender.
Domingo: Colores, costa y despedida entre acantilados
El domingo lo reservamos para la costa asturiana más auténtica. Fuimos hasta Cudillero, un pueblo pesquero que parece sacado de una maqueta, con casas de colores colgadas en la ladera y callejuelas que suben y bajan hasta el puerto. Los adolescentes sacaron mil fotos y los más pequeños se divirtieron descubriendo escaleras secretas y miradores con vistas al mar.
Desde allí, nos acercamos a la impresionante Playa del Silencio, una cala salvaje rodeada de acantilados. Aunque no es un sitio para bañarse en invierno, el paseo, el sonido de las olas y la tranquilidad del lugar son inolvidables. Para los niños es una miniaventura y para los adultos, un lugar para respirar profundo y guardar el momento.
Regresamos a Gijón para recoger nuestras cosas, y cerramos el viaje con una comida de despedida en el Restaurante Auga, junto al puerto deportivo. Su carta es moderna, pero tiene platos que también encajan con los gustos de los más jóvenes. Y las vistas al mar le ponen el broche final a un fin de semana redondo.
Guía práctica para familias viajeras
Dónde alojarse con niños o adolescentes
- Hotel Abba Playa Gijón: Frente a la playa, con piscina (en verano) y habitaciones amplias. Muy buen desayuno y cerca de todo.
- Silken Ciudad Gijón: A un paso del centro y con spa, perfecto para relajarse después de un día de excursiones.
- Apartamentos Urban Blue: Para quienes prefieren algo más independiente, con cocina y espacio para todos.
Dónde comer (¡también pensando en los jóvenes!)
- Tierra Astur (en Gijón y Oviedo): Sidrería moderna con decoración llamativa, platos enormes y ambiente divertido. Ideal para adolescentes.
- La Taberna del Zurdo (Oviedo): Fusión de tradición y cocina actual. Platos para todos los gustos y ambiente acogedor.
- Vor (Gijón): Hamburguesas gourmet, wraps y patatas caseras. Ambiente moderno que encantará a los más jóvenes.
- Heladería Islandia (Gijón): Ideal para terminar una tarde de paseo. Conos gigantes y sabores únicos.
Asturias es ese destino que combina lo mejor del norte: mar y montaña, historia y modernidad, relax y aventura. Y lo mejor: es perfecta para viajar en familia sin estrés. Un fin de semana bien organizado, como este, basta para enamorarse… y empezar a planear la próxima escapada.